Lo primero que hace Tamara Ulrich al levantarse, es encender el fuego en la estufa a leña de la cocina de su casa en Puerto Tranquilo; ese primer fuego del día, que calienta y despierta la casa. Cuando el agua comienza a hervir en la gran tetera, llena el termo para el mate del día. Ese mate reconfortante de la mañana es el que más disfruta. El intenso olor de la hierba macerándose, mientras el agua humeante va llenando lentamente el pequeño matero de calabaza, hasta que arriba asoma la espuma. Luego da el primer sorbo, con el que suspira y siente cómo le vuelve la vida al cuerpo.
El mate es una bebida muy típica en Aysén, llegó traída por los pioneros que transitaron por Argentina antes de instalarse en la región. Tomar mate es un evento social por esencia, es la bienvenida a una casa y a la región, ya que –sin perjuicio de que se puede tomar solo- generalmente se comparte con una o más personas, por lo que tiene un importante componente cultural de encuentro y reunión en estas frías tierras. “Cuando alguien llega a la casa, una visita, un amigo, lo primero que uno hace es ofrecerle un mate”, dice Tamara. Ella, en El Puesto Hotel, lo comparte también con los huéspedes, quienes lo disfrutan y lo valoran como parte de su experiencia aysenina.
Su preparación es rápida y versátil, pudiendo tomarse amargo, dulce, con leche, con hierbas medicinales, cascara de limón o naranja; incluso se puede tomar dentro de un pomelo, que le aporta un rico sabor. “Al mate con azúcar los hombres le dicen ‘mate puto’, es machista la cultura; a las mujeres nos gusta y le decimos ‘mate de las copuchas’”. Es también omnipresente: se suele tomar a lo largo del día; al desayuno, a la hora de almuerzo, en la tarde, en la cena o a la hora que se antoje.
El cebado del mate es tema aparte, un proceso que ha llegado a convertirse en un arte, que cada uno hace con su peculiar toque y dedicación. “Primero se lava el mate porque a veces viene con hojas molidas; el agua debe estar por debajo del punto de ebullición para que no se queme la hierba. Luego se echa un poco de agua y cuando se absorba, en ese lugar se pone la bombilla. Después se va vertiendo el resto del agua, poco a poco. Y después no hay que moverlo más, la bombilla no se toca”.
Porque también es importante el ritual en torno al mate, prácticas y costumbres que se deben tener en cuenta al momento de compartir este brebaje. “Cuando te ofrecen un mate, el cebador lo pasará con la bombilla mirando hacia ti, lo recibes y tomas; Luego lo devuelves al cebador, quien lo rellenará de agua, y lo pasará a la siguiente persona, siguiendo un orden de derecha a izquierda”, explica Tamara. Aquí es importante saber, algo en lo que muchos novatos se equivocan, que se dan las gracias sólo cuando no se desea continuar bebiendo; de otra forma se dará a entender al primer “gracias” que no quiere tomar más. “Y no se debe mover la bombilla del mate, ya que se entiende como una ofensa al cebador”, dice Tamara con su último trago.
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